Domingo Savio fue quizá el alumno más querido por San Juan Bosco, y mereció esa estima, porque fue la buena tela con la que Don Bosco hizo un traje hermoso para el Señor. Un joven con personalidad para quien las cosas de Dios eran lo más natural, y que a los quince años llegó a la santidad: Amado e imitado por sus compañeros y un modelo para todos los jóvenes.