De niño le fueron prometidas dos coronas, y su vida la encaminó a conseguirlas. ¿Qué dos coronas eran esas? ¿Y quién se las ofreció? ¿Puede un hombre minado por la tuberculosis, con solo medio pulmón, fundar un convento y un complejo editorial en el que los obreros eran… 800 frailes? El mismo hombre será misionero en Japón y, sin conocer la lengua, funda otro convento dedicado a la Virgen María e inicia la publicación de una revista en japonés. Su arma fue la obediencia y su Reina, la Inmaculada. A los 47 años se ofrece a morir en el bunker de la muerte en Auschwitz a cambio de un padre de familia. San Maximiliano M. Kolbe, el Loco de la Inmaculada.